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Sobre este blog

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.

Un día cualquiera en Doñana

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David Paz

Estación Biológica de Doñana (EBD/CSIC) —

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Mientras espera a que la barrera del control de acceso a la Reserva Biológica de Doñana se abra, Kiko descansa los brazos sobre el volante de su todoterreno y finalmente deja caer la cabeza sobre ellos. Ha sido una noche larga pero fructífera: una nueva pareja de búhos encontrada en el entorno de Doñana, que le produce un sentimiento de euforia a pesar del cansancio acumulado y del futuro trabajo que supondrá: seguir a los adultos, controlar los pollos o analizar su dieta a través del análisis de sus egagrópilas, esas bolas de huesos, pelo o plumas que son incapaces de digerir y finalmente acaban regurgitando. Cuando levanta la cabeza, el sol comienza a dibujarse en el horizonte.

Pronto el sol se alzará, y un grupo de técnicos se afanan en revisar las decenas de trampas que dispusieron la pasada tarde para capturar ratones. Si tardan demasiado en marcarlos y liberarlos, sus pequeños cuerpos serán incapaces de sobrevivir al frío, lejos del amparo de su madriguera. La composición de sus poblaciones está cambiando. Un cambio discreto, pero constante, como la mayoría de los que se producen en Doñana.

Mientras, en cualquiera de las numerosas lagunas temporales que cuajan la superficie de Doñana, miembros del equipo de seguimiento retiran unas nasas –trampas especialmente diseñadas para la captura de organismos acuáticos- a la vez que analizan la calidad del agua o la composición y estructura de la vegetación presente en el vaso lagunar. Son datos relativamente groseros, pero que cobran relevancia a medida que la serie temporal durante la que se toman se prolonga. Podría decirse que el seguimiento es a la investigación como el interés compuesto al ahorro, su efecto se multiplica en el tiempo.

A medida que el sol alcanza el cénit en su recorrido, la actividad de los insectos se dispara. Una abeja solitaria recoge polen de una especie de planta en concreto y lo deposita meticulosamente en el agujero de una caña, donde previamente ha depositado un huevo. Cuando emerja la larva, tendrá reservas para alimentarse hasta que se convierta en adulto. La ingenua abeja desconoce que la caña que ha elegido ha sido expresamente dispuesta para analizar la interacción entre su especie y la de la planta de cuyo polen se alimenta la larva y que se han distribuido cientos de cañas para albergar los nidos de abejas abarcando los diferentes hábitats.

Un vehículo se detiene en un cortafuegos y sus ocupantes se adentran en el matorral. A pocos metros aparece un mástil metálico cargado de sensores, como si de sus frutos se tratase. Precipitación, temperatura, humedad, albedo… parámetros que se registran minuto a minuto, ininterrumpidamente y que envía a través de wifi a servidores para su disfrute por investigadores en cualquier lugar del mundo. Un alarde tecnológico que contrasta con el medio natural en el que se encuentra. Parece que la naturaleza se revela incómoda con estas nuevas tecnologías y para su correcto funcionamiento se requiere de mantenimiento especializado y continuo que evite que los zorros mordisqueen los cables o que las avispas alfareras decidan anidar en los huecos de los delicados sensores.

Allá en la marisma un caballo avanza chapoteando a ritmo constante. Su jinete salió temprano para censar los ocultos nidos de focha y otras aves acuáticas. La marisma es un entorno que se resiste al avance tecnológico, de manera que en muchas ocasiones la única manera de acceder a ella es tal y como se ha venido haciendo a lo largo de los siglos.

La tarde avanza rápida y apacible, los ciervos pastan tranquilos en la vera acompañados de jabalíes. En la distancia, son observados por un grupo de investigadores que periódicamente contabilizan los animales observados en el mismo recorrido, permitiendo hacer estimaciones sobre su densidad y uso del espacio.

Finalmente, los coros de las ranas inundan la noche en la proximidad de las charcas. Una muchacha, ataviada con vadeador y un frontal avanza cautelosa en mitad de la laguna del Zahillo en busca de parejas de anfibios unidas en amoroso abrazo. Sus puestas serán estudiadas en los laboratorios para conocer el efecto de la presencia de cangrejo rojo en su desarrollo y crecimiento. Un búho ulula lejano.

Este, al margen de ciertas licencias en la distribución temporal de los acontecimientos, podría ser un día cualquiera en la Reserva Biológica de Doñana. Desde la distancia, se asemejaría al movimiento frenético de las hormigas que recorren su entorno en busca de alimento y recursos, aunque en este caso el recurso que persiguen nuestros incansables moradores, no es otro que el conocimiento. Conocimiento que sirve para entender, gestionar y proteger este entorno único.

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