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Espacio para la reflexión y el análisis a cargo de parlamentarios europeos españoles.

Acabar con el bloqueo de la agenda de igualdad de género en la Unión Europea

Una mujer en la manifestación del Día Internacional de la Mujer. / Olmo Calvo.

Ernest Urtasun / Blanca de Riquer

Eurodiputado de ICV / Asesora en el Parlamento Europeo —

Europa sigue solo a medio camino de lograr la verdadera igualdad entre hombres y mujeres, y los últimos años, ha dado incluso pasos atrás. Si seguimos al ritmo actual se calcula que aún deberemos esperar como mínimo 70 años más para conseguir la igualdad salarial, 50 años antes que el trabajo de doméstico y de cuidado sea repartido a partes iguales entre hombres y mujeres y más de 20 años para conseguir una representación paritaria en la política. ¿De verdad debemos esperar más de una o dos generaciones para alcanzar estas metas?

Como miembros de la Comisión de los Derechos de la Mujer e Igualdad de género del Parlamento Europeo hemos tenido la oportunidad este año de redactar el informe anual que valora la situación de la igualdad de género en la UE, aprobado este martes en el pleno del Parlamento Europeo.

La conclusión es clara: los progresos en igualdad de género son muy lentos. Según el índice de igualdad de género 2015 del Instituto Europeo de Igualdad de Género (EIGE, en sus siglas en inglés) la Unión sigue estando solo al 52,9% de conseguir la igualdad, y durante los últimos 10 años solo ha aumentado en 1,6 puntos.

El poco avance en la materia demuestra como en los últimos años el estatus y el perfil de la igualdad de género ha perdido importancia siendo marginada como objetivo político, a menudo degradada en las instituciones, dividida en diferentes áreas y diluida bajo mandatos muy generales, sin el personal ni recursos necesarios y sobre todo con una falta de apoyo por parte de los líderes políticos.

En la UE este freno se demuestra con el hecho que hoy en día todas las propuestas de directivas para avanzar hacia la Igualdad de género están bloqueadas en el Consejo o en la Comisión Europea, ya sea la propuesta de una directiva para cuotas en los consejos de administración de las grandes empresas, la directiva horizontal contra la discriminación o las propuestas de directivas para una mejor conciliación de la vida laboral y personal.

A esta situación debemos añadir que en los últimos años en algunos estados miembros han surgido movimientos políticos en contra de la igualdad de derechos entre los hombres y las mujeres que ponen en duda las políticas de igualdad de género y que cuestionan los avances conseguidos en derechos de las mujeres y del colectivo LGTBI y quieren reintroducir el papel tradicional de la mujer. Trump no es el único ejemplo, en la UE en países como Polonia algunos de estos movimientos se han llegado a organizar para presentar una propuesta de ley para la prohibición total del aborto.

El empeoramiento es también fruto de la política de austeridad. Las mujeres han sido las más afectadas por los recortes presupuestarios en los servicios públicos como la sanidad, la educación, los servicios sociales y las prestaciones sociales contribuyendo a la persistencia de la feminización de la pobreza y a la reprivatización de estos servicios que retornan la responsabilidad del cuidado a los hogares, generalmente a las mujeres.

A pesar que en 2015 97,8 millones de mujeres en Europa tenían trabajo, 3,5 millones más que en 2010, de estos nuevos empleos 1,7 millones son a tiempo parcial. En la UE solo el 44,1% de las mujeres trabajan a tiempo completo frente el 68,8% de los hombres, con las consecuencias que esto conlleva a nivel de salario, pensiones y cobertura por desempleo.

La brecha salarial entre hombres y mujeres se mantiene en un 16,1% y si miramos a nivel de ingresos agregados en la UE las mujeres tienen un 41% menos de ingresos que los hombres y se calcula que 50% de las familias con una sola persona a cargo, generalmente mujeres, están en riesgo de pobreza. La brecha de las pensiones está en un alarmante 40% y en la mitad de los países de la UE esta brecha de pensiones ha aumentado.

Sigue chocando que las mujeres solo representen el 27% de los Parlamentos de los Estados Miembros y que en 2015 solo dos países, Suecia y Francia, hubieran alcanzado la paridad en sus gobiernos y que en Hungría y Eslovaquia no hubiera ninguna mujer dentro del gobierno. En el sector privado solo el 6,5 % de los puestos de dirección de las empresas que cotizan en bolsa en la UE son mujeres.

Finalmente, la lacra de la violencia machista persiste en la UE donde la mitad de las mujeres víctimas de asesinato lo han sido a manos de su pareja, allegado o familiar, el 33 % de las mujeres en la UE declaran haber sufrido violencia física o sexual y un 55 % haber sido acosadas sexualmente. Una de las tendencias que se siguen observando es la falta de denuncia y condena por parte de instituciones públicas y privadas y la tendencia de seguir culpabilizado las víctimas de estas agresiones y crímenes que demuestra la prevalencia del patriarcado y machismo, aún muy presente en nuestras sociedades.

Pero estos datos no deben dejar lugar al pesimismo. Al contrario, deben servir de señal de alarma para que tomemos conciencia de la situación y nos movilicemos para retomar una agenda ambiciosa de igualdad. Hemos visto a las mujeres en las calles de Polonia contra la prohibición del aborto, en Argentina las manifestaciones contra la violencia de género que paralizaron el país entero, la gran marcha de mujeres en Estados Unidos que se movilizaron rápidamente contra las políticas de Trump y el éxito del paro de mujeres internacional del pasado 8 de marzo.

Hace falta mucha más presión ciudadana y mayor atención por parte de los movimientos y partidos progresistas para exigir a los Estados Miembros y a la UE que vuelvan a tener una agenda ambiciosa en materia de igualdad. Desbloqueen las directivas, corrijan la austeridad origen de nuevas desigualdades, combatan la violencia contra las mujeres como una auténtica emergencia de estado.

Los datos no dan margen. Seguimos teniendo muchas razones para seguir luchando, para seguir siendo feministas y para reclamar que la UE adopte una posición firme para hacer de la igualdad de género y la no discriminación una prioridad.

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