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Es posible comer bien durante el Carnaval de Cádiz si sabes dónde

El Falla, la Plaza San Antonio y la Viña, principales escenarios del Carnaval gaditano

Elisabeth G. Iborra

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Durante los 10 días del Carnaval de Cádiz, pasan por la ciudad centenares de miles de personas, unas 350.000 sólo entre el primer sábado y domingo, de manera que muchos restaurantes del centro que tienen que dar de comer a toda esa muchedumbre, desbordados, cambian su servicio y su carta, sacan mostradores a la calle, sirven en plástico, suben sus precios y reducen la cantidad de las raciones.

No obstante, hay otros donde es posible seguir comiendo como si en la ciudad no pasara nada. La mayoría de los consultados radican en la zona centro, pero algunos se salen un poco del circuito carnavalesco. Es el caso de El Caminito, que, según José Carlos Quiróz, no cambia nada: “Lo único que hacemos es cocinar más cantidad porque viene más gente de lo habitual, coincide mucha más clientela de vez y algunos nuevos que vienen a comer tranquilos, apartados del mogollón, y salen muy contentos. Los guisos son los que solemos tener siempre, basados en la caza; pero bocadillos y cosas de ésas no preparamos”.

Ahora bien, se pueden preparar bocadillos y menús de pescaíto frito surtido para llevar y seguir sirviendo en las mesas con idéntica calidad, como hace Pedro Fariñas en el Mesón Monte y Mar: “Nosotros somos muy típicos y famosos aquí porque trabajamos muy bien el venao y todo el pescado fresco de la Bahía, cogido con anzuelo, que no tiene nada que ver con el otro, y frito con aceite limpio que cambiamos cada día, porque se fríe mucho durante esta semana”.

Sibaritas a pie de calle

Sibaritas a pie de calleEs más, también es posible ser sibarita en la calle, gracias al Cádiz Strret Food montado por reconocidos hosteleros de Cádiz, que se han traído sus food trucks para ofrecer sus especialidades. “La intención es que, aunque sea una comida de calle para llevar, sea también gourmet, que tenga un rollito cuidado y que la gente pueda mantener sus gustos gastronómicos durante los carnavales”, explica Raúl Cueto. Como los restaurantes de su grupo, Arsenio Manila, están alejados del epicentro, muestra aquí “una carta cortita con hamburguesas, pinchitos morunos y lágrimas de atún, o un perrito y un burrito de ternera de retinto”.

En la misma línea creativa va La Candela, que, pese a situarse en todo el meollo, continúa, según su propietaria, Carmen Adán, “igual que siempre, en todo caso ampliamos carta con algún guiso de menudo, de carne con espuma de patata, etc. servidos en unas cazuelitas”.

La Esquina de Sopranis preserva su estilo habitual, si bien su chef, Antonio Caramé, intenta adaptar su creatividad “a la demanda de la gente de fuera de marisco y pescado autóctonos, sin tanta elaboración”. Por ejemplo, reinventando “la torta de Inés Rosales para hacerla como un típico dobladillo de Cádiz, con caballa, tomate natural y mayonesa”.

En La Viña también hay oasis

En La Viña también hay oasisEn el barrio más carnavalero, la marabunta es absolutamente desbordante, pero algunos logran resistir. En el selecto restaurante El Faro, cambian la distribución de las mesas para buscar más espacio para las tres agrupaciones que actúan durante toda la semana cada noche. Por lo demás, Maite Córdoba señala que “en la barra no cambia nada, sigue sirviendo sus tapas, sus raciones y la carta del restaurante. Y, en el comedor, al comer todo el mundo a la carta, que pueden ser 200 comensales a la vez, la recortamos un poquito y los arroces los servimos sólo al mediodía. Pero seguimos manteniendo todas nuestras especialidades, y si viene un celíaco o una persona con alguna intolerancia alimentaria, le adaptamos al momento el plato como nos pida”.

Con el estilo opuesto y canalla, en La Isleta, Silvano Rossignoli sólo varía “el servicio, que va en plástico para que no rompan platos y vasos; pero las tapas son las mismas, los precios son los mismos, y tenemos la cocina abierta desde las 13h hasta las 24h, que cerramos con amor”.

 

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